Cómo mantener la motivación en las oposiciones (y no abandonar en el intento)
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Opositar no es solo estudiar. Es sostener el ánimo cuando todo el cuerpo grita “basta”. Es mantener la disciplina cuando otros descansan. Es confiar cuando los simulacros no salen. Y sobre todo, es persistir cuando la motivación no aparece.
Te hablo desde la experiencia: oposité, luché contra el agotamiento, aprendí a rendir al máximo y saqué plaza. No porque fuera más listo, sino porque entendí algo clave: la motivación no es un regalo, es un músculo.
En este artículo te voy a contar cómo mantuve la motivación hasta el final, qué errores vi constantemente a mi alrededor, y cómo tú puedes estar por encima de la media con acciones muy concretas. Si estás en la recta final o empezando con dudas, este artículo es para ti.

La motivación real: no es magia, es estrategia
¿Por qué la motivación baja en la recta final?
Porque duele. Porque ves cómo pasan los días y el temario parece eterno. Porque sientes que no avanzas. Es normal. Tu cerebro busca placer inmediato, y opositar es todo lo contrario. Y lo peor: las redes sociales te venden que otros están motivadísimos y tú no. Falso.
Lo viví en carne propia y lo observé en decenas de compañeros: la motivación baja cuando el plan es débil, cuando te comparas mal y cuando no sabes cómo estudiar bien. De hecho, muchos opositores simplemente no saben estudiar. O saben… pero no aplican.
La falsa productividad: estudiar muchas horas no es avanzar
Estudiar 10 horas al día no es sinónimo de eficacia. Lo veo constantemente: gente que va a la biblioteca de 9 a 9, pero pasa el día subrayando, con auriculares, charlando, mirando el móvil. Dos horas reales de estudio y ocho de pseudo-productividad. Esto no es motivación: es autoengaño.
Yo vi gente hacer sesiones de 50 minutos de Pomodoro… para seguir subrayando. Una y otra vez. Eso no te acerca a la plaza. Eso te da sensación de estar haciendo “algo”, pero no te entrena para lo que realmente importa: simulacros, exposición, escritura, planificación.
Claves prácticas que marcaron la diferencia en mi oposición
Atención sostenida y el poder del enfoque sin móvil
Una de las claves más transformadoras fue mi relación con el móvil. En mis sesiones de estudio no había móvil, punto. Era un pacto conmigo mismo. Tenía zonas de estudio específicas para cada tarea: tema, programación, exposición… y en cada una, reglas claras.
Ese compromiso aumentó mi capacidad de concentración. Mientras otros miraban Instagram cada 10 minutos, yo entrenaba la atención. Y la atención sostenida es una ventaja competitiva brutal en el día del examen.
Simulacros, constancia e inercia positiva
Antes del examen hice simulacros de prácticamente cada tema que llevaba. Incluso varios por tema. Me obligué a escribir, a cansarme, a tolerar el aburrimiento de repetir. ¿El resultado? El día del examen, escribir muchas carillas era automático. No dependí de la inspiración, dependí de la inercia.
Hice lo mismo con las exposiciones: en los cinco días previos hice sesiones de 10-11 horas centrado en cada detalle de mi intervención oral. Preparé metáforas, estructura, lenguaje no verbal. Quería que el día de la prueba fuera un entrenamiento más, no una improvisación.
Jugar con el entorno: espacios, compañeros y control mental
Variaba de biblioteca, según el tipo de tarea. Y me rodeé de un binomio/trinomio opositor comprometido. Nada de quejas. Solo acción y foco. La diferencia entre opositores motivados y opositores “ruido” es gigante. Aprende a proteger tu energía. La motivación también se contagia, para bien o para mal.
Cómo vencer los pensamientos negativos cuando más pesan
El círculo de opositores: rodéate de los que suman
Tu entorno lo cambia todo. En mi recta final, me junté con dos opositores que iban a por todas. Todos los días desde marzo hasta el examen, serios, constantes, sin excusas. Eso me arrastró hacia arriba. Me hizo creer que se podía.
¿Te rodeas de gente que se queja o de gente que actúa?
El contrato de Ulises: comprometerse sin depender de la motivación
Yo tenía un “contrato de Ulises” conmigo: cada día, aunque no tuviera ganas, iba a mejorar algo. Una exposición, un supuesto, una página de programación. Día tras día. Ese compromiso reemplazó a la motivación. Porque motivado no estás siempre. Comprometido, sí puedes.
Pensamientos limitantes: cómo gestionarlos y convertirlos en acción
“Ya no me da tiempo”, “hay mucha competencia”, “no soy suficiente”… Todos hemos tenido estos pensamientos. Lo importante es no dejarles estacionar. Aceptarlos y seguir. No son verdad. Son síntomas. Y se combaten con acción enfocada. Con preguntas útiles: ¿Qué puedo mejorar hoy? ¿Dónde tengo más retorno?
Qué hacer cuando estás agotado mentalmente
Descansar para rendir: el corte necesario para no llegar fundido
No se habla lo suficiente del descanso. Pero es clave. No puedes llegar al examen exhausto, deseando que acabe. Tienes que llegar con energía. Para eso, corta. Planifica momentos de cero oposición. Incluso uno o dos días de desconexión total.
Yo tenía tardes marcadas como “prohibido estudiar”. Dormía bien. Respetaba mis horarios. Esto me permitió aguantar la recta final con lucidez y no a base de cafeína y desesperación.
Alimentación, sueño y ejercicio: el combustible invisible del opositor
Parece que no tienen impacto. Lo tienen. Mucho. Comer bien, moverte aunque sea 15 minutos al día, dormir mínimo 7 horas. Son decisiones que multiplican tu energía. Durante mi oposición, entrenaba media hora al día y por la noche veía un vídeo que me gustara. Esos pequeños placeres evitan el agotamiento emocional.
El "para qué" que lo cambia todo: tu motivación más profunda
Dejar de compararte: nadie tiene tu historia ni tu contexto
Compararte no sirve. No sabes cómo va a rendir esa persona que parece tan preparada. He visto opositores brillantes quedarse en blanco. Y opositores que nadie esperaba, sacar plaza. El día clave cuenta TODO. No solo el conocimiento.
Recordar por qué empezaste y visualizar tu futuro con plaza
Yo quería irme a vivir con mi pareja, tener ingresos estables, sentirme orgulloso frente a mi familia. Venía de trabajos mal pagados y sentía que por fin podía construir algo sólido. Eso me empujó. Tener un “para qué” fuerte es tu mejor gasolina.
La plaza no es solo un empleo. Es identidad, es paz mental, es validación. Si te preparas de verdad, si aguantas, llega. Y cambia todo.
La historia real de una opositora que lo consiguió
Victoria Minaya: ejemplo de compromiso
Entrevisté a una de las mejores docentes que conozco: Victoria Minaya. Su camino demuestra que la motivación se entrena.
Frases que se repetía
“La oposición no es mi vida”
La plaza era un objetivo; su vida incluía mucho más.
“Estoy aquí porque lo valgo”
Pasó al oral y quería demostrar lo buena maestra que era.
“Voy a demostrar todo lo que he trabajado”
Entró con paso firme y con seguridad.
“El éxito no es sacarte la plaza”
El éxito era dar su 100 %. Si no salía, al menos lo habría dejado todo.
Claves que la mantuvieron firme
- Planificación realista y flexible
Hizo planes anual, mensual, semanal y diario. No contaba horas, contaba objetivos.
- Seguir viviendo mientras opositas
Reservaba fines de semana con la familia para recargar pilas.
- Terapia psicológica y apoyo emocional
Empezó con ansiedad. Pidió ayuda profesional y compartirlo en redes la hizo sentir acompañada.
- Ensayos y seguridad en la exposición
Practicó el oral muchas veces. El ensayo generó seguridad, como un boxeador antes de salir al ring.
- Celebrar el camino, no solo la meta
Celebra haber superado la ansiedad, el esfuerzo y la constancia.
“Tenemos que intentar cada día ser la mejor versión nuestra en los ámbitos que nos han tocado.”
— Víctor Küppers
Victoria lo aplicó hasta el último minuto. Y la plaza llegó.
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Cómo aprovechar la recta final sin ansiedad
No es tiempo de controlar todo: céntrate en lo que depende de ti
El temario nunca estará 100% cerrado. Siempre querrás repasar más. Pero no puedes controlar los nervios del tribunal, ni los temas que saldrán. Puedes controlar tu preparación para los estímulos reales: simulacros, exposición, tiempos de escritura, improvisación.
No te obsesiones con tenerlo todo bajo control. Enfócate en tener ensayado lo que importa.
La regla de los 5 minutos: empezar cuando no tienes ganas
Hay días en que no te apetece nada. Hazlo igual. Empieza con cinco minutos. Solo eso. La mayoría de las veces seguirás. La acción precede a la motivación.
Y si no sigues, al menos no rompes la cadena. La clave es no fracasar antes de intentarlo.
Conclusión: Deja de llamarlo sueño, empieza a llamarlo plan
Opositar no es una carrera de velocidad. Es una maratón mental, emocional y estratégica. No te engañes con motivación pasajera. Crea hábitos que no dependan de cómo te sientas. Rodéate de los que suman. Descansa, planifica y trabaja como si la oportunidad ya estuviera en camino.
Porque lo está. Y te aseguro que si llega, querrás estar preparado.
Yo aprobé. Y no fue porque lo merecía más. Fue porque me preparé mejor. Y tú también puedes. Si cada sesión de estudio cuenta, si haces que cada día te acerque un poco más… la plaza llega. Que no sea un sueño. Que sea un plan.
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